Con sorpresa e inquietud fue recibido en Colombia la determinación de Los Estados Unidos de incluir al Clan del Golfo en el top de organizaciones de crimen organizado transnacional que mayor amenaza representan para su seguridad.

La decisión fue comunicada por el fiscal General Jeff Sessions, quien en el marco de un anuncio sobre nuevas medidas dirigidas a combatir el crimen transnacional, enumeró una lista de organizaciones que actualmente son consideradas como las principales amenazas externas para Washington.

El Clan fue enunciado en cuarto lugar después de organizaciones de grueso calibre internacional como la Mara Salvatrucha y los carteles mexicanos Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa. La última que se mencionó en el listado fue la organización islamista radical de origen libanés, Hezbolá

¿Realidades paralelas o cuestión de percepción?

La noticia no deja de ser sorpresiva, ya que mientras el gobierno estadounidense compara al Clan del Golfo con estructuras de crimen organizado de gran envergadura, la percepción de las Fuerzas Militares y de una buena parte de la opinión pública colombiana es que se trata de una organización que perece lentamente.

Precisamente, horas después de la declaración del fiscal norteamericano, el presidente Iván Duque anunció  que uno de los mandos más importantes del Clan había sido dado de baja durante un operativo militar. Su nombre era José Abel Bustamante, alías ‘Mordisco’, quien fungía como jefe de finanzas de la organización y se perfilaba como tercero al mando, solo detrás de Darío Antonio Úsuga, alias ‘Otoniel’ y Jobanis Ávila, alias ‘Chiquito Malo’.

Con el abatimiento de ‘Mordisco’, ya son tres los hombres del círculo más cercano de ‘Otoniel’ que en tan solo 1 año han sido retirados del complejo tablero de crimen en el que juega el Clan del Golfo. Aunque desde algunas ópticas parezcan fichas fácilmente reemplazables, sin duda estos golpes han generado repercusiones sobre su presencia territorial, pero principalmente sobre su operatividad en los distintos eslabones del narcotráfico.

Así lo interpreta InSight Crime en un reciente artículo publicado en su página web titulado la caída de la organización narcotraficante más poderosa de Colombia. Según lo que expone esta importante fundación dedicada al estudio de las amenazas de seguridad para América Latina y el Caribe, “después de tres años de la Operación Agamenón, una ofensiva conjunta entre la Policía y el Ejército, el Clan ha perdido más de 300 toneladas métricas de cocaína, y cerca de 2.500 de sus integrantes han muerto o han sido capturados”

De acuerdo con cifras castrenses, en menos de dos años pasaron de registrarse alrededor de 4.000 combatientes a unos 1.800. Aunque debido a su composición orgánica y su estructura operativa, los conteos siempre han suscitado posiciones divergentes al respecto.

Aunque no haya sido manifestado de manera literal, esa sensación de “guerra perdida” y de ser acorralados por la Fuerza Pública, habría sido determinante para que ‘Otoniel’ manifestara su voluntad y la de su organización de someterse a la justicia.

Desde esta lectura, no es muy claro porqué para el gobierno estadounidense el Clan del Golfo representaría una amenaza para su seguridad a nivel de una organización como Hezbolá. Durante el anunció del fiscal Sessions, no se revelaron mayores detalles ni los criterios que fueron establecidos por las autoridades norteamericanas para definir el top donde se incluye al grupo comandado por alias ‘Otoniel’

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