Luego de la que fue una de las jornadas de conteo de votos más extensas de la historia de los Estados Unidos, Joe Biden se quedó con el tiquete para ocupar la Casa Blanca por los próximos cuatro años. La noticia se hizo oficial en la mañana del pasado sábado, cuando el candidato demócrata fue confirmado como virtual ganador del estado de Pensilvania, con el que logró traspasar la barrera de los 270 votos electorales necesarios para quedarse con la carrera presidencial.
Si bien no se han oficializado los resultados de otros estados claves como Carolina del Norte, Arizona y Georgia y paralelamente el candidato del Partido Republicano, Donald Trump, ha anunciado una ofensiva judicial alegando fraude, la mayoría de los analistas concuerdan en que la elección de Biden no tiene marcha atrás.
Por una parte, salvo el caso de Carolina del Norte, en los Estados que restan por culminar el conteo gana cómodamente Biden, lo que de hecho terminaría traduciéndose en una ventaja más amplia de la que ya ostenta hoy. Por otro lado, aunque Trump se ha empecinado en señalar un presunto caso de fraude electoral, lo cierto es que las evidencias reveladas por su equipo de campaña han sido prácticamente nulas por lo que no se pronostica que su denuncia prospere en la Corte Suprema estadounidense, incluso, así hoy esté conformada por mayoría conservadora.
Por toda clase de motivos, que vienen desde la crisis sanitaria y económica derivada del coronavirus, hasta la ola de protestas contra el racismo, el mundo ha prestado especial atención a estas elecciones que sin duda repercutirán en otros meridianos y Colombia no será la excepción.
Desde hace décadas las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Colombia han sido sumamente estrechas. En diferentes ocasiones, tanto miembros de alto gobierno de distintas administraciones como del Congreso estadounidense no han escatimado en referirse al país como un socio fundamental. Los intereses comunes se ven reflejados en la agenda bilateral que compenetra temas del orden comercial, económico, social y por supuesto, en materia de seguridad y paz.
¿Repercusiones de los demócratas?
Antes que nada, es inevitable pasar por alto el debate que ha generado la presunta intromisión del partido de Gobierno, el Centro Democrático, sobre las elecciones estadounidenses y las eventuales repercusiones que podrían generar sobre las relaciones diplomáticas ahora que Biden ha sido elegido.
Durante la campaña miembros del Congreso colombiano militantes del Centro Democrático como Juan David Vélez, Maria Fernanda Cabal, Gabriel Vallejo, entre otros, manifestaron públicamente su respaldo a una eventual reelección de Donald Trump. Si bien los congresistas respondieron a los señalamientos como el ejercicio de su libertad de expresión algunas versiones provenientes de los Estados Unidos apuntan a que esto habría generado un malestar al interior del Partido Demócrata, el cual ahora llevará la batuta de las relaciones exteriores en cabeza de Biden.
Además de la histórica relación bipartidista que Colombia ha sostenido con los Estados Unidos manteniéndose al margen de su dinámica electoral, los resultados en el estado de la Florida donde Trump logró el triunfo por un amplio margen sería un elemento que habría agudizado la molestia de los demócratas ya que el voto latino, entre ellos el colombiano, habría jugado un papel importante.
De hecho, así lo reconoció el embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos en una entrevista a Vicky Dávila en Semana. Ante el interrogante de si quedó o no un malestar por parte del partido demócrata Santos no dudó en señalar que efectivamente así es, y que a su juicio “fue un error, pero se trató de miembros del partido que están en su derecho de decir lo que quieran”.
Ahora bien, otras versiones indican la injerencia también habría involucrado a funcionarios del gobierno colombiano, lo cual todavía no ha logrado esclarecer. Pero más allá de si esto es cierto o no, y de qué tan grande e influyente hayan sido las manifestaciones de respaldo a Trump por parte de los congresistas colombianos en los resultados de la Florida, es incuestionable que todo lo que ha girado alrededor de este tema va a generar una tensión en las relaciones bilaterales una vez que Biden comience su gestión desde Washington
De acuerdo con Sergio Guzmán, analista político y director de Colombia Risk Analysis, “la advertencia de Joe Biden de <<hacer pagar un precio a quien interfiera en las elecciones>> prende las alarmas para Duque, en tanto el partido de gobierno y algunas figuras diplomáticas han sido señaladas de promover la campaña de Trump en la Florida. En vista de que la sola sospecha de esta presunta interferencia puede generar escozor entre el Gobierno de Colombia y la futura administración Biden, es probable que ocurra pronto un relevo parcial en posiciones diplomáticas colombianas en EE. UU”.
¿Cambia el panorama en materia de seguridad con Biden?
Dejando en el tintero esta situación y a la espera de cómo evolucionen las relaciones diplomáticas con la Casa Blanca, es importante señalar que la agenda en materia de seguridad no sufrirá cambios estructurales. Básicamente los temas seguirán siendo los mismos, lo que cambiará será la forma en que serán abordados desde Washington.
En este orden de ideas, tres puntos clave seguirán siendo parte de la columna vertebral de las relaciones bilaterales que de manera directa o indirecta repercuten sobre los grandes temas de seguridad de Colombia.
En primera medida está el tema de Venezuela. Durante la administración Trump se endureció tanto el discurso como las acciones de presión en búsqueda de la abdicación del régimen de Nicolás Maduro y para ello, el gobierno de Iván Duque convirtió a Colombia en enclave regional de esta estrategia.
En momentos puntuales hizo eco la posibilidad de que los Estados Unidos liderará una intervención militar en Venezuela en búsqueda del restablecimiento del orden democrático. Para ello, se especuló que una operación militar de esta categoría sólo podría ser llevada a cabo desde Colombia, por lo que los vientos de conflicto militar en el hemisferio prendieron las alarmas.
Si bien la posibilidad de una “salida dura” a la crisis social, política y económica se fue desvaneciendo, esta alternativa termina de enterrarse con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. El presidente electo ha señalado en diferentes momentos que propenderá por una estrategia diplomática, tal vez una clase de negociación en búsqueda de elecciones libres y democráticas en Venezuela.
Pero más allá de esto, es muy probable la nueva administración continué con una postura similar en su política exterior a la llevada a cabo durante los últimos años. Seguramente se fortalecerán las sanciones individuales a miembros del chavismo, pero se ablandaran las sanciones sociales, es decir, aquellas que puedan atizar la crisis social de los venezolanos. De esta manera, a mediano plazo las sanciones a la multinacional PDVSA podrían surtir cambios tanto de forma como de fondo.
Un giro importante frente a la administración Trump podría concentrarse en la atención a la crisis humanitaria y particularmente a la ola migratoria que ha impactado diferentes esferas de países latinoamericanos como Colombia.
El segundo gran tema será el combate contra el narcotráfico. Durante los cuatro años de la presidencia de Donald Trump se incrementó la presión de los Estados Unidos para que Colombia redujera área cultivada con coca que en 2018 alcanzó una cifra récord de 210.000. hectáreas.
En diferentes espacios Trump manifestó su deseo de que se retomaran de manera urgente las fumigaciones con glifosato, no obstante, la llegada de Biden apunta a que esta no será una estrategia que continuará replicándose.
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Si bien Biden ha manifestado su preocupación por el incremento exponencial de los cultivos, en la reciente campaña electoral prioriza el medio ambiente y teniendo en cuenta los discutidos efectos que genera la aspersión sobre los ecosistemas terrestres y acuíferos es sumamente probable que sea dejado de lado o como una última opción.
Por el contrario, y aquí es donde se hila con el tercer eje de las relaciones bilaterales en materia de seguridad, se abre una ventana de oportunidad para que se priorice la estrategia de sustitución de cultivos ilícitos consignada en el acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las Farc.
Biden fue el vicepresidente durante el mandato de Barack Obama, periodo en el cual Estados Unidos fue aliado fundamental para que las negociaciones de paz en La Habana culminará con la firma de un acuerdo. De hecho, el ahora presidente electo era la persona encargada para sostener comunicación con el delegado estadounidense en la mesa conversaciones. En este orden de ideas, Estados Unidos estará más interesado en que en Colombia se implemente el acuerdo de paz con Biden que con la administración anterior.
Además de la sustitución de cultivos puede que la administración de Biden preste especial atención al incremento de la violencia regional en Colombia, sobre todo la que se ha materializado en los asesinatos y agresiones a líderes sociales y otro tipo de violaciones de los derechos humanos.
Para concluir resta señalar que en diferentes entrevistas en donde se le ha indagado sobre el futuro del Plan Colombia, Biden ha reiterado su importancia por lo que es prácticamente un hecho que continuará siendo uno de los puntos de la agenda bilateral. No obstante, también ha sido enfático que en que al problema del narcotráfico no puede combatirse únicamente a partir de la erradicación de la coca, sino llevando al Estado de manera multidimensional a los territorios a través de acceso a la justicia, salud y educación y estableciendo economías formales rentables y autosostenibles para las poblaciones que los habitan.