Una sensación generalizada de miedo, incertidumbre y desasosiego se tomó la opinión pública en la mañana del pasado jueves, luego que se conociera un vídeo de 32 minutos donde Iván Márquez, anunciaba a Colombia y el mundo su determinación de volver a tomar las armas y fundar un nuevo grupo guerrillero.

Márquez leyó un extenso manifiesto rodeado de otros miembros de vieja data de las Farc, como alias el Paisa, quien durante muchos años comandó la temible columna Teófilo Forero, y como Jesús Santrich, que hasta hace muy poco estuvo recluido en la Cárcel La Picota por un proceso judicial que todavía cursa en su contra por Narcotráfico, luego de que entrara en vigor el acuerdo de paz.

En efecto, el mensaje no es otro diferente a una declaración de guerra, que en el caso colombiano luego de más de 50 años de una confrontación militar que hasta hace muy poco se creía superada y sepultada para siempre, revive los temores de los ciudadanos, sobre todo de quienes habitan las regiones históricamente desangradas por la violencia.

Precisamente por esto resulta fundamental agarrar con pinzas el anuncio de Iván Márquez, por una parte, con el fin de desglosar los diferentes fenómenos que giran en torno a esta nueva realidad y por otra, prospectar escenarios futuros certeros que no estén cristalizados únicamente por el miedo y la zozobra o por afirmaciones irresponsables viralizadas por la opinión pública.

Seis elementos claves del vídeo de Iván Márquez

En el afán de justificar lo injustificable, la extensa pieza audiovisual acusa múltiples razones y motivaciones para que este puñado de hombres decidiría volver a tomar los fusiles. Sin embargo, más allá de un discurso anacrónico, de las palabras de Márquez se pueden extraer seis apartados que representan elementos claves en materia de seguridad.

  1. “La traición del Estado al Acuerdo de la Habana, nos ha obligado a volver a tomar las armas”. De acuerdo con está hipótesis, el nuevo alzamiento armado sería una respuesta a los constantes y reiterados incumplimientos por parte del Estado a lo firmado entre las Farc y el Gobierno de Juan Manuel Santos. Además de la torpedeada implementación normativa de los textos de La Habana, acusan perfidia de las diferentes instituciones del Estado al realizar modificaciones unilaterales a los acuerdos.
  2. “Una nueva modalidad operativa conocerá el Estado”.  Argumentan que solo desarrollarán actividades defensivas y que el objetivo militar no serán soldados y policías, sino la oligarquía colombiana. Más allá de esto, no es muy claro a que tipo de operatividad se refieren en lo militar ni en lo político.
  3. “Anunciamos nuestro desmarque total de las retenciones con fines económicos”.  Acotan renunciar al secuestro como mecanismo de financiación económica, aunque no mencionan nada sobre secuestros políticos o de miembros de la Fuerza Pública que puedan caer en su poder en combate.
  4. “La única ‘impuestación’ valida la aplicaremos a las economías ilegales y las multinacionales que saquean nuestras riquezas”. Básicamente anuncian, por una parte, mecanismos de extorsión a empresas extranjeras con operación en campo, y por otra, su continuación en negocios ilegales como el narcotráfico, la minería ilegal, el contrabando, etc. Advirtieron también que harán “férrea oposición al ‘fracking’”, por lo que podría esperarse que siguieran la tendencia del ELN de atentar contra oleoductos y hostigar a las compañías extractoras.
  5.  “Buscaremos coordinar esfuerzos con la guerrilla del ELN”. Anuncian una suerte de alianza militar con el Ejército de Liberación Nacional, organización guerrillera con la que a pesar de poseer agudas diferencias ideológicas podrían aprovechar la coyuntura y maximizar sus capacidades, sobre todo en las economías criminales.
  6. “La necesidad de un nuevo Gobierno”. Básicamente exponen que solo finalizarán su actividad armada a través de un proceso de negociación política, que decante en el establecimiento de un nuevo gobierno de transición y en una asamblea constituyente abierta. Igualmente, señalan que en dicho escenario no entregarán las armas, sino que solamente deberán guardarse “lejos de su uso”. Con esto último, Márquez reitera que la dejación de armas en el marco del proceso de paz, fue un error como se planteó y que en ello desencadenó “la traición a los acuerdos por parte del Estado”.

Aterrizar la amenaza a sus justas proporciones

De acuerdo con un reciente informe de la Fundación Paz y Reconciliación los grupos armados post Farc, o comúnmente conocidos por la opinión pública como disidencias, actualmente estarían conformados por 2.200 miembros divididos en 23 estructuras y con operación en 85 municipios.

De este número, cerca de 400 combatientes serían nuevos reclutas, lo que quiere decir que los 1.800 restantes serían antiguos miembros de las Farc que decidieron apartarse del proceso de paz y perseverar en la clandestinidad.

Por otra parte, el indicador más preocupante sería la expansión territorial que estos reductos criminales vendrían teniendo. A octubre de 2018 se estimaba que contaban con presencia en 58 municipios, casi 30 menos que los que registraron sus últimas mediciones; esto hablaría de un incremento de cerca del 50% en un poco menos de un año.

Fuente: Fundación Paz y Reconciliación.

Más allá de está aproximación cuantitativa de la amenaza, es importante realizar algunas claridades que también están inmersas dentro del informe de la Fundación Paz y Reconciliación pero que no han tenido el mismo eco en los medios de comunicación:

Las Farc vs las FARC-EP: una ruptura anunciada

Casi que de manera inmediata a la divulgación del vídeo, buena parte de altos dirigentes del partido político Farc, incluido su jefe máximo Rodrigo Londoño condenaron la decisión de Márquez, Santrich y el Paisa de retornar a las armas.

Igualmente, en un comunicado, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), catalogó el anuncio de Márquez y compañía como la “protocolización de su renuncia al partido”.

Básicamente con este desmarque, culmina un proceso de escisión al interior de las antiguas Farc, que desde días de la negociación en la Habana se venía haciendo perceptibles.

Esto se hizo muchísimo más visible para la opinión pública en el congreso fundacional del partido cuando se impusieron dos grandes vertientes políticas al interior de dicha organización. Una de ellas, la más radical ideológicamente liderada por Iván Márquez, fue precisamente la impulsora de la idea, bastante polémica y que tanto eco generó, de preservar las siglas de Farc.

Con los últimos acontecimientos la que parecía una fractura en el partido se cristalizó en una verdadera ruptura y todo indica que lo único que comparte la organización política liderada por Timochenko y el reducto criminal de Iván Márquez son dichas siglas.

¿Qué se puede concluir del video de Iván Márquez?

El anuncio de Iván Márquez, parece más una acción desesperada por otorgarle estatus político a una organización únicamente interesada en los jugosos réditos de las rentas ilegales. Con esta misiva, a futuro no cierran la puerta de una negociación política amparada en el estatus de beligerancia, y muy acomedidamente, eluden la justicia cuando algunos de sus miembros se encuentran sindicados de narcotráficar luego del primero de diciembre de 2016, fecha en que entró en vigor acuerdo. 

Para concluir, es fundamental mencionar que, a pesar de los últimos acontecimientos, cerca del 92% de los más de 13.200 ex combatientes de las Farc acreditados ante la Oficina del Alto Comisionado para la Estabilización, se mantendrían articulados al acuerdo de paz. Según un reciente censo de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, se desconoce el paradero de solo 902 personas.

Aunque esta cifra pueda parecer más un parte de optimismo en un momento en que el proceso de paz pende de un hilo, lo cierto es que hablar de una ‘nueva guerrilla’ es supremamente apresurado cuando una amplia mayoría de excombatientes todavía se encuentra vinculada al proceso.

Sin embargo, dos factores serán claves en la tarea de evitar que los exguerrilleros que actualmente continúan articulados al proceso se sumen al proyecto armado de Márquez. Primero, la implementación efectiva de los acuerdos, sobre todo del acápite de reinserción a la vida civil, poniendo en marcha los proyectos de reincorporación colectiva. Brindar garantías jurídicas, económicas y sociales a la base de exguerrilleros será determinante para que el porcentaje de desertores no incremente de manera dramática.

La segunda será el combate efectivo y contundente de la Fuerza Pública sobre estas organizaciones criminales. Anuar esfuerzos y cerrar filas en las fuerzas armadas y los gobiernos regionales y locales será clave primero para contener su expansión y segundo, diezmar su capacidad operativa y militar.